Liquid Vídeo és una instal·lació realitzada l’any 2004.
Una descripció de la peça es va publicar l’any 2011 al llibre Impresión Expandida / Expanded Print, publicat per la Universitat de Barcelona, al capítol Jugando con Píxeles. La referència completa i el fragment es troben a continuació dels vídeos.
Referència completa:
Soler-Adillon, Joan (2011), “Jugando con píxeles”, en Impresión Expandida / Expanded Print, eds. Eloi Puig, Alicia Vela y Antonia Vilà (Barcelona, Universitat de Barcelona, Ministerio de Ciencia e Innovación y Fondo Europeo de Desarrollo Regional, ISBN: 978-84-614-8786-8), 161- 198.
Fragment:
Liquid Video es una pieza que surgió a partir de esta idea del trabajo con los píxeles descrita unos párrafos más arriba. Es, a su vez, un modesto ejemplo de algo que tiene también que ver con la última pieza que se presentará en este texto: El concepto de emergencia, que habla de fenómenos complejos generados a partir de la iteración de reglas y procesos simples.
De hecho, Liquid Video no es realmente una pieza interactiva. Ni tan siquiera el apelativo de reactiva la define correctamente. El calificativo para describirla más propiamente sería el de cuadro digital (live painting) o espejo. Es una pieza que dialoga con su entorno, tenga este o no presencia humana. Así, el visitante puede escoger participar o no en la creación constante de imagen que en ella se desarrolla. Si lo hace, habrá de adaptarse a las reglas y al ritmo de la pieza, ya que esta seguirá su proceso sea cual sea la imagen que lee con la cámara.
La instalación funciona con un bucle continuo. Un ir y venir entre dos estados, que por su aspecto podemos definir como estado líquido y de secado. La pieza consta de una pantalla de proyección y una cámara de vídeo, que es la que constantemente nutre al sistema de la imagen con la que trabajar.
Así, siempre a partir de la imagen de vídeo, el primer estado presenta al visitante una imagen de reflejo que se va distorsiona cada vez más. Como si de un efecto de aguas se tratara, los colores se van escampando por el lienzo digital hasta hacer irreconocibles las formas, conservando sólo los colores del entorno y del visitante como algo conocido.
Liquid Video: Efecto de aguas
En este punto, el sistema entra en el estado de secado, donde poco a poco la imagen del vídeo se va a ir recomponiendo. Los colores vuelven poco a poco donde estaban originalmente, pero lo hacen dejando pequeños trazos y rastros por el camino. Así, el efecto que se produce es muy parecido al de una pintura secándose, que se va creando siempre a partir de la imagen del espejo al que emula el vídeo. Justo cuando la imagen empieza a parecerse a la simple réplica de lo que veríamos en cualquier lectura video-gráfica convencional, el proceso de aguas vuelve a empezar.
Liquid Video: Estado de secado
El proceso que crea estos dos efectos es, en realidad, extremadamente simple. Lo único que está haciendo el sistema es leer un número limitado de los píxeles que conforman la imagen del vídeo original (solamente 10.000, de un total de 307.200), pero no los pinta donde en principio les tocaría, sino en un punto generado a partir de un concepto básico de programación: El random Walker (literalmente, caminante aleatorio).
El random Walker no es más que un elemento cuya posición que se va moviendo siempre respecto a donde está en cada momento, bien hacia arriba o abajo, o hacia derecha o izquierda, aleatoriamente. Es un típico ejercicio de un curso de introducción a la programación.
Esta es pues la base de la pieza. Leer píxeles en un sitio y pintarlos en otro. (Por leer y pintar se entiende leer la información de color de un punto en el vídeo, y dibujar este mismo color en otro). Las dos únicas normas: Que no se pinten en un sitio totalmente aleatorio sino mediante un random walk a partir de donde se va leyendo el color original, y no pintar todos los píxeles sinó una pequeña parte. El único cambio de un estado a otro es una ligera tendencia del random walk de los puntos a llevarlos a su posición original, aquella de la cual están constantemente leyendo el valor de color. El hecho de que no todos los píxeles estén cambiando permite el efecto de secado, que no es más que el trazo de color que deja un píxel mientras vuelve a su posición original.
Son pues, normas muy simples que generan resultados más complejos de lo que uno podría esperar a partir del mero análisis de estas, al menos des del punto de vista estético. De aquí la anterior mención al concepto de emergencia, que viene de cómo apareció el estado de secado. No fue un efecto planeado ni tan siquiera buscado, sino que lo reveló la ejecución de las simplísimas reglas que subyacen en la programación de la pieza, con una mínima variación respecto al estado líquido.
El resultado es un cuadro en constante movimiento, que impone su ritmo al visitante, o en todo caso al entorno. Delante de un paisaje urbano, se torna en una interpretación que recuerda lo pictórico de lo que va sucediendo delante de la cámara. La instalación estuvo durante unos meses en Manhattan, apuntando al cruce entre Broadway y Waverly Place. Por la noche, los faros de los taxis iban dejando trazos blancos y rojos entre algo de amarillo. Los transeúntes, la mayoría sin saberlo, aportaban también algo de su color a la composición, y los stands de los periódicos se dibujaban y desdibujaban continuamente.
En otros entornos, Liquid Video puede ser un espejo íntimo, que juega con la imagen de uno mismo, desdibujando y redibujando el rostro lentamente, dejando trazos por hacer, en una evocación de múltiples metáforas sobre la vida y el paso del tiempo.